Mañana en Alicante, tarde en Lisboa.
Mayo, domingo, 5
Llegamos con tiempo más que suficiente al aeropuerto como para tomamos un café e intercambiar sensaciones.
Salimos con sol, salimos tarde. Llegamos con nubes, llegamos tarde. El vuelo estupendo.
El taxi sólo puede llevarnos al primer hotel, pero nos quedamos en otros tres alojamientos distintos más, de los cuales dos, están cerca. A pie nos dispersamos, cada cual a la búsqueda del suyo, lo más rápidamente posible, pues la reserva de la comida es a las 14:00.
Pasadas ligeramente las 2:00 p.m., entran en el restaurante los tres primeros del grupo.
La dueña, con vocación de mujer del Renacimiento, es decir, que se da a todas las artes: recibe, acomoda, toma pedidos, cocina, se aprovisiona de bebida fuera de su pequeñísimo local cuando es preciso, sirve los platos y sobre todo, llama al orden con rigor a todo aquel o aquella que sobrepasa sus reglas; entra en fase recriminatoria aguda.
Quince minutos más tarde, llega la cuarta persona del grupo, que viendo el panorama, se sienta junto a los tres que ya esperan, obedientes, a que Ti-Natercia, (la dueña), se apiade de los sedientos y les conceda la bebida. Pero no es el caso.
A los diez minutos se completa el grupo. Llega entonces la cerveza, el queso, el pan, luego el “bacalhau”, más cerveza, vino, más “bacalhau”, postre, café…
Final más que feliz. Todo estaba buenísimo. Le damos las
gracias, conversamos, reímos. Nos hacemos fotos con Ti-Natercia.
Nos hacemos amigos de Ti-Natercia.
Después de la agradable sobremesa…tarde de paseo y lluvia por la Lisboa que se asoma al Mar de la Paja.Mañana nos espera otro día lleno de novedades.




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